22 de junio de 2011

Mi nombre tatuado... en una habitación de hotel

Mira tu nombre tatuado... cantaba Conchita Piquer y yo me he acordado de ella al tatuar las letras de mi acrónimo, Ana, en la habitación 508 de NH City & Tower, mirando los adoquines de San Telmo, el Obelisco, la Plaza de Mayo, escuchando el eco de algún bandoneón lejano, soñando con tanguistas y sorbiendo mate.
Que no es una milonga, ché, que yo tengo mi suite en la calle Bolivar, a dos pasitos de la Casa Rosada, del balcón de Evita.
Suite Ana Bermejillo Ibáñez, como si hubiera merecido algún galardón planetario, o hubiera cometido una heroicidad tal que hubiera entrado en los anales de la historia, como si me hubiera ganado mi sitio en un callejero de pasillos y estancias, en un mapa de vidas, o lo mismo que si hubiera descubierto un archipiélago de Micronesia o un Cabo de Buena Esperanza. (Me siento precolombina, de algún modo, o pizarriana, me siento conquistadora: Territorio Ana)
Yo nunca he estado en Buenos Aires, pero ahí está mi nombre, por encima de la cúspide del Teatro Colón, mi nombre en una placa de mi cuarto, mío porque NH Hoteles me ha dejado 'que me lo pida'.
Y ese cuarto de algún modo es mi refugio, mi ensoñación, mi anhelo, lo mismo que eran 'mi propiedad' mis cuadernos del cole, mis abrigos infantiles -como los marcaba mamá, para que no me liase con los de mis compañeros- o hasta mis primeros novietes cuando garabateaba su nombre en un adoquín del patio del recreo, mío como mis diarios, mis pañuelos y hasta una cuchara que me regaló mi Tía Mary en mi Comunión con mi nombre grabado.
¿No es lo primero que aprendemos a decir, bebés, sólo un segundo después de llamar a mamá y papá? Mío, mío, mío
Pues eso.
Qué queréis la vuestra, vuestra suite, vuestra estancia... facebook tiene la respuesta.
A partir de hoy, uno entra en el perfil de NH Hoteles y escoge su ensueño...
La eliges en un mapita digital y algún personaje, más o menos borgiano, colgará tu nombre en tu puerta, para que todos lo vean.
Si uno tiene suerte, puede ser que se lleve una semana entera, como premio, en su propia suite... ¡Mi Buenos Aires querido!
Ahí queda eso.

Yo, como sea, seguiré tarareando a la Piquer. 
Mira tu nombre tatuado 
en la caricia de mi piel, 
a fuego lento lo he marcado 
y para siempre iré con él.