6 de julio de 2011

El metro de los cisnes

El encargado de seguridad de mi estación de metro está locamente enamorado de Natalie Portman.
Desde que, a principios de febrero, colgaron en la marquesina más estratégica de la estación su bellísima estirpe emplumada, anunciando su descenso cinematrográfico a los infiernos de la locura y el ballet clásico, se puede ver a  nuestro segurata deambulando, a menudo, delante del cartel, compartiendo a veces el aire un poco enajenado de la dulce -y torturada- bailarina blanquinegra.
Con su uniforme, a mí me hace pensar un poco en el soldadito de plomo del cuento de Andersen.
El caso es que no ha permitido que el cartel se quite.
Han pasado muchísimos estrenos: Bienvenidos al Sur, Potiche, Aguila Roja, Perdona, pero quiero casarme contigo. Pelis americanas, francesas, iraníes, españoladas, italianas.. de animación, bélicas, westerns...
A otras marquesinas (otras con vistas menos directas al refugio de nuestro atribulado guarda ) se han asomado Caperucita Roja, Gnomeo y Julieta, los piratas del Caribe, los transformers o un oso panda gigante con cinturón de judoka.
Ni Cameron Diaz -en modo profe con mala leche- ha podido destronar la dulce carita de muñeca rota de la Portman transmutada en cisne negro.
Nuestro guarda está enamorado.

Sólo temo que empiece la temporada de estrenos de pelis de súper héroes y equiparables (que si Linterna Verde, que si Conan, que si el Capitán América)... porque la taquillera va a sacar uñas si lo que está en juego es que se exhiba o no el super-heroico cachamen en la marquesina más estratégica y con mejores vistas de la estación.