2 de mayo de 2011
Un brindis por Catalina de Cambridge
No sé cuántas fotos he mirado y remirado de la boda de Kate y William, ni cuantas tontunas he pensado y dicho sobre el blanco espectacular de Pippa, la calva del príncipe y la cara de cabreo de la pequeña Grace van Cutsem, tan enfurruñada en el balcón del beso, bajo su tiara de flores.
(Anda que si a mí me llega una Pippa cualquiera, tan guapa, tan elegante, tan esbelta... como para dejarme empipada, como para que el mundo cree una nueva línea de merchandising...)
En fin...
Me he embelesado con la joya de vestido de McQueen (se parezca o no al de Belén Esteban o al de Grace Kelly), me he divertido con las "Sweet Williams" del ramo tan sencillo y resultón, me he reído con los labios rojos de la mujer de Clegg y me he embelesado con una tiara de Cartier que ojalá alguien pudiera prestarme.
Y he leído posts y posts y posts (algunos tan fabulosos!)... sobre el bodorrio... y me he sonreído con la boda de cuento que supongo que, al final, alberga cada corazoncito femenino entre sus ensueños ¡qué menos en mis circunstancias!
Y al final, de conclusión, me queda un brindis por Catalina, que parecía tan indiscutiblemente feliz y bella.
Yo no sé si conseguiré estar tan 'stunning' como la Duquesa de Cambridge. Pero habrá que intentarlo.
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