14 de marzo de 2011

Por la combinación perfecta de factores matutinos

- El despertador que suena dos minutos después de que haya abierto los ojos porque ya he dormido lo suficiente y ya tengo ganas de despertarme.

- la casa calentita porque el termostato programado ha cumplido su misión.

- el olor a café recién hecho desde la cocina. (o, en su defecto, el del té Jardin Bleu de Damman Frères)

- la leche en la nevera, el azúcar en su armario, mis galletas preferidas (chiquilín) en su balda de la despensa, taza y cuchara, limpias y en sus puestos.

- el zumo de naranjas, pura vitamina C, como luminoso colofón del desayuno.

- la estratégica tubería de agua caliente bajo las losas del baño que cosquillea mis pies descalzos camino de la ducha.

- el champú siempre lejos de los ojos convenientemente deslegañados.

- el minuto y medio de propina bajo el agua a la temperatura perfecta y con la presión ideal (conato de canturreo y gorgoritos de alegría)


- la toalla templada, seca y mullida al alcance de mi mano.

- el guapo subido frente al espejo.

- la inspiración de pizpireta estilista aguzada frente al armario.

- el olor del agua de rosas que utilizo como tónico.

- Una caricia de Chloe eau de parfum detrás de las orejas.

- Un beso y un par de mimos de despedida, para sobrellevar el lunes.

- el metro perfectamente sincronizado en su llegada con mi descenso al andén (línea 4, dirección Velázquez).

- el encuentro con al menos una buena noticia en la apresurada lectura del periódico antes de empezar a currar.

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