30 de noviembre de 2010

Un brindis por el Barça

Si a mí me preguntasen si me gusta el fútbol, diría que no. Y sería verdad. Más o menos. Nunca he sentido la verdadera pasión futbolera por más que coleccionase con arrobo las chapitas de Coca-cola de Italia 90. Me sacan de Naranjito, Oliver y Benji y me pierdo. Nunca me entero de cuándo es fuera de juego (no entiendo del todo esas rayas negras que pintan en la tele), nunca coincido con el árbitro (ni con nadie) en la idoneidad de una tarjeta amarilla y soy capaz de confundir al Adonis de Ronaldo con el monstruo de las galletas de Ronaldinho... ni por todos los Villas,Inhiestas,ni XaviAlonsos del mundo voy a ser capaz de aprenderme una alineación en la vida..., estoy en las Antípodas, vaya, de aquella maravillosa escena de futbofilia de la memorable "El secreto de sus ojos"



Pero si voy a un bar a ver un derby o un partido del mundial (particularmente si voy a mí bar de la Prospe), me vuelvo loca y chillo, me emociono y me indigno como el que más. Sólo faltaría...

Y si llega el F.C. Barcelona y se marca un partidazo como el de esta noche y deja a los chuleras del Real Madrid sin dar pie con bola, atontolinados, cabizbajos a lo Iker Casillas y sus sempiternas ojeras... pues tengo que brindar por el "júrbol", porque me fascina ver su capacidad hechizadora sobre mis vecinos, porque me contagia irremisiblemente su algarabía y porque me parto de risa con los comentarios de las compañeras de barra (desconocidas) ante los desmelenes de Pujol, la cartesiana inmutabilidad de Mourinho y las salidas de tono de Sergio Ramos.

Yo creo que un 5 a 0 se merece un brindis, aunque sea en el Camp Nou y por parte de un equipo que tampoco tiene todas mis simpatías (no puedo con Guardiola y me ha parecido de una puerilidad mongoloide su gesto enrabietado con el llorica de Cristiano Ronaldo -otro que me parece insoportable a más no poder).

Y por mucho que me asquee la falta de deportividad, las patadas traperas, el exceso de teatro (amos, Messi, cuidao que eres argentino, ché) y la bulla, y la hostilidad latente, por mucho que deteste todo eso y abomine de las crónicas deportivas ("Los goles caen en el Camp Nou como las hojas en otoño, de manera natural, con la cadencia justa, de forma bella y serena, signo de bonanza y salud futbolística..." en fin), aún así, para mí que se merece un brindis la perseverancia de la afición en confiar en un equipo (los merengues) que han salido al campo, en el primer tiempo, con el partido perdido; se merecen un brindis los uyyyyss y los abucheos, el tiki-taka que me ha recordado lo mejorcito de ese Mundial (que, rememorándolo con la cabeza fría, ganamos un poco de pura chiripa).

total que brindo por el Barça, por los dos goles de Villa (el hombre siempre a punto del fuera de juego) por el de Xavi, por el de Pedrito y hasta por el de Jeffren (éste lo he tenido que buscar, que no me acordaba), que ya es potra marcar en el minuto 90.

1 comentario:

  1. yo también admiro el enorme poder social que tiene el fútbol, quizá... de las pocas cosas que en este mundo de alienación puede tener un poder de reunión mayor que un mitin de Carmen de Mairena.

    El fútbol me ha dado parte de los recuerdos mas bellos de mi vida, mi equipito es uno de los pequeños (el Tenerife), y estar en las rodillas de mi fallecido padre siendo un mico observando las andanzas de gente como Ablanedo, Paco Buyo y compañía.. con sus brazos rodeándome, aun hoy... (mas de 20 años después) me sigue dando seguridad.

    Otro bello recuerdo era ver los partidos con mi madre. Cada sonido de un gol tinerfeño iba acompañado de un enorme beso en mi mejilla. !!Viva los goles locales!!.

    Viva el deporte favorito de Benedetti. !Eso si..! con familiares y amigos en un bar (o en un estadio), que es como mejor se disfruta.

    Yo también brindo por ello.

    Un abrazo desde Sevilla.

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