que tuvo 21 hijos, 90 nietos y 20 bisnietos, que fue pastor y predicador en su propia Iglesia y, aún así, encontró tiempo para ser, sin discusión, el obispo del R'n'B, uno de los reyes -magos- de la música negra (su misma página web lo deja claro: www.kingsolomonburke.com)
Por Solomon, que, con sus casi 200 kilos, y sus casi 70 años, desde su trono sobre el escenario, fuera en Viareggio (Italia) en Maribonia (Eslovenia), en Tokyo, en Londres o en Barcelona... revolucionaba a todo quisque con su "Everybody needs somebody to love", hacía saltar chispas con su "Got to get you off my mind" y arrancaba lagrimones y moqueos con su "If you need me" ( If you need me, I want you to call me, If you need me, all you gotta do is send for me...).
Por el Solomon Burke que me puse a escuchar compulsivamente después de leer "Alta Fidelidad", por el Solomon Burke que les prestó su incuestionable obra maestra "Cry to me" a los Rollings ("don´t you feel like crying, don´t you feel like cryyyyyying?"), por el Solomon Burke a quien no le daban los brazos para alcanzarte (otro tesoro de canción alucinante), o que sostuvo con su desmesurada contundencia de siempre, en su último álbum, que Nada es imposible ("Nothing´s impossible").
Por Solomon el de la voz profunda como un tren camino a Memphis, como una tarde redonda de tormenta, como un recodo gris y vibrante de la ciudad de Detroit, como la resaca de gospell y bourbon que me imagino que debe dejar Filadelfia.
Un brindis por Solomon que ha tenido la pésima idea de morirse de un infarto en el aeropuerto de Schiphol (Amsterdam) sin llevarse consigo ni una décima parte de los brindis y los aplausos que merecía.
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